Muchas de mis publicaciones están y estarán relacionadas con un proceso de 20 años para entender lo que pasaba con mi cuerpo y de cómo estaba afectando mi mente y emociones a raíz de mi enfermedad. Hoy, en el Día Mundial de la Tiroides, finalmente, me armé de valor para escribirles. Quizá algunos de ustedes vivan en silencio, pero quiero comenzar por animarlos a expresarse, ¡en lo que sea que deseen! Es liberador.
En el mundo 200 millones de personas tenemos algo en común: padecer de algún trastorno de tiroides. Estamos hablando de aproximadamente el 10% de la población, en los mayores de 60 años se duplica el porcentaje y en mujeres ocurre 5 veces más que en los hombres. En mi caso, padezco de hipotiroidismo: mi glándula tiroides no produce suficiente hormona tiroidea, que tiene como función regular el metabolismo del cuerpo.
Cómo empezó todo: una infancia silenciosa que gritaba desde adentro
Este diagnóstico no se trató de un par de pinchazos, ir al médico y tomar una pastilla. Durante dos décadas pasé por períodos en los que me desmayaba, tenía sagrados hemorrágicos, entre otras manifestaciones físicas y emocionales que he ido olvidando, pero que sin duda afectaron el desenvolvimento de mis relaciones sociales, ¡que a esa edad son fundamentales para la adultez! Estaba llena de miedos e inseguridades.
Hay muchas cosas que sufrí en silencio porque tenía una creencia que yo misma asumí en mi infancia —que no es relevante explicar en este momento— y decidí que no me permitiría esa "debilidad". Hoy en día, descubrí que esa decisión influyó en mi autoestima y en todos los ámbitos de mi vida.
El primer monstruo amigable: síndrome de ovarios poliquísticos
Así llegué a los 18 años y decidí hacerme un análisis ginecológico y el diagnóstico fue mi primer monstruo amigable: ovarios poliquísticos y me recetaron Etinilestradiol y de Acetato de Ciproterona (anticonceptivos). Comencé la universidad, tuve mi primer novio, no tenía una plena conciencia sobre la manera correcta de alimentarme, ni ejercitarme en relación al padecimiento y tampoco me guiaron. Siguieron pasando cosas raras como cuadros depresivos —que negué—, variaciones en mi peso, caída del cabello, etc. pero yo estaba en un segundo plano porque no podía ser más importante que los demás ¡Estaba "bien", debía agradecer por lo que ya tenía!
Al entrar oficialmente a trabajar (en conjunto con terminar mi tesis y graduarme), comencé a generar altos niveles de estrés. Imagínense, ¡mi primer trabajo en una agencia de publicidad de las peso pesado del país! —un estilo muy movido, retador y en cierta manera ¿superficial?— Me costó adaptarme, lloraba mucho, me sometí a maltratos y todo lo normalice (¿vieron el patrón repetido de la infancia?). Aunque aprendí mucho y conocí gente increíble que ha sido importante en mi vida.
En esa montaña rusa en lo laboral y amoroso (no quiero detenerme en mi noviazgo, pero también fue una repetición del patrón que apenas mencioné unas líneas atrás), un día hicieron una jornada de salud y me detectaron la tensión alta —sí, con 22 de años y con la presión arterial de un señor de 60—. Fui al cardiólogo, tuve un tratamiento para el corazón y luego, me remitieron a un endocrino (no tenía remota idea de que rayos era eso).
El segundo monstruo amigable: hiperinsulinismo
Ya en el médico y luego de un examen de sangre en el que me tomaron muestras en ayunas y dos horas después de comer, le di la cordial bienvenida a mi segundo monstruo amigable: el hiperinsulinismo, o también llamado Resistencia a la Insulina, que es un paso previo a la Diabetes Tipo II. A veces, mientras comía felizmente un plato de pasta, me sentía con fatiga y dormía donde fuera que estuviese. Al parecer, mi organismo producía mucha insulina de mala calidad y no regulaba el azúcar (que luego debería transformarse en energía) y me llevaba a una hipoglucemia —azúcar muy baja después de ingerir alimentos, que es todo lo contrario al proceso normal del cuerpo—. Me indicaron Clorhidrato de Metformina y Acetato de Ciproterona para evitar esos bajones y convertirme en un lobo hombre en Caracas —porque también tenía hirsutismo leve—.
Por los malestares que tenía, como dolor de cabeza, náuseas y en casos extremos, desmayos, me recomendaron ir a un nutriólogo para tener una alimentación acorde a mi situación. No fue traumático, el médico ordenó mis comidas, me indicó tener ingestas más frecuentes, pero pequeñas, aumentar un poco la cantidad y calidad de los alimentos y practicar actividad física de fuerza. En ese periodo creo que logré ganar la primera batalla; sin embargo en uno de mis chequeos semestrales, me encontraron un desbalance tiroideo, ¡no lo podía creer porque me sentía mejor que nunca!, la noticia me entristeció.
El tercer monstruo amigable: hipotiroidismo
Y desde hace casi 5 años, llegó sin ser invitado el tercer monstruo amigable y quién me trajo hasta acá: el hipotiroidismo. Los considero monstruo porque he tenido que ser su amiga y no estancarme en la mentalidad de "estoy enferma, pobre de mí", de una forma u otra hay que seguir, pero sin negar lo que tienes.
Fuente: https://www.reproduccionasistida.org/enfermedades-que-producen-infertilidad-femenina/hipotiroidismo-valores-tsh/
He lidiado con pensamientos suicidas, cambios abruptos de humor, malestares que no permiten levantarme de la cama y cumplir con mi rutina y ni hablar de cuando tengo algún impacto en mis emociones, quedo destruida. Así que también, he acudido a psicólogos para lidiar con este sube y baja emocional de querer o no lanzarme por un puente.
Mas allá de lo que el mundo pueda decir sobre lo que funciona o no, quiero dejar este testimonio porque cada día leo al respecto y definitivamente todo está relacionado con el sistema inmune que se debilita y hay un estado de inflamación leve en el organismo. No debemos ser solo dependientes de una pastilla, hay que revisar en profundidad cada aspecto de nuestra vida —desde lo que comemos hasta la manera en que nos relacionamos con otros— para comprender porqué se desarrolló el padecimiento y hasta donde nos puede llevar si no actuamos a tiempo.
¿Qué hago al respecto para lidiar con todo esto?
Comencé siguiendo al pie de la letra las indicaciones médicas y tuve tratamientos tan fuertes que generaron efectos secundarios en mi cuerpo y mente. Por mencionar algunos, tuve endometriosis —actualmente, ya controlada—; inflamación de la glándula de Bartolino, que incluyó una operación con más de 10 suturas para drenaje de líquido —si no saben qué es, esta si dejo que la googleen para que vean donde tenía los puntos— y otros más leves.
Sí, admito que fui muy dura al principio y aunque suene contradictorio, ¡era víctima de mi bloqueo emocional! Poco a poco con diversas prácticas he encontrado el equilibrio, aquí les dejo algunas:
- 🍎❤️Comidas amigables: que no me inflamen, ni me den sueño, malestar u otra sensación que no sea de bienestar. No te dejes llevar por modas, prueba cada día y ajusta; también es mala idea eliminar de por vida cualquier alimento, porque el cuerpo se vuelve intolerante y vas a terminar tomando solo agua. Valora la cantidad, la calidad y ama las proteínas.
- 💧💙Beber suficiente agua: no es cuando tengas sed, es que busques la fórmula de cuántos vasos te corresponden al día de acuerdo a tu peso. La más común dividir tu peso en Kg. entre 7, por ejemplo, yo peso 55 Kg, realizando la división me da 7.8, redondeamos a 8 vasos al día.
- 💪💛Ejercicio de fuerza: afortunadamente, al principio pude inscribirme en un gimnasio con un entrenador que me fue guiando para trabajar en mi masa muscular, que es vital y hay que mantener óptima de por vida para mitigar las consecuencias del hipotiroidismo. Luego de la pandemia, me ejercito desde casa con mancuernas, ligas de resistencia y mucho ingenio e ideas que el internet brinda.
- 🍃💚Contacto con la naturaleza: allí combino mi amor por el running, los árboles, el cielo azul y los pajaritos para tener al menos una hora interdiaria de expediciones citadinas a los parques verdes de la zona.
- 🌈💜Emociones equilibradas: una de las que más me ha costado y aquí no hay fórmula mágica, tienes que ir probando. Yo he incluído como mis "pisos a tierra" el practicar yoga, meditación, filosofía estoica y estudiar astrología para manteneme enfocada Ten en cuenta que al principio puede que tengas que buscar ayuda profesional, no te conformes con cualquiera, tu psicólogo, coach o guía debe darte buen feeling, si no agradece y pasa al siguiente.
Finalmente, es tú decisión la manera de encarar con algo que formará parte de tu cuerpo para toda la vida, pero estoy segura de que quieres ser feliz ¿Quién no lo quiere? y, ¿adivina qué? ¡La felicidad está en tus manos! Si la vida te da limones, haz limonada o muere de sed.
Esa es mi verdad, vivo cada día con el peso de que en cualquier momento mis tres monstruos amigables quieran salir a jugar rudo. Tengo recaídas, me deprimo, me acurruco en mi manta y como chocolate oscuro, pero me levanto y retomo, es la clave para no rendirte. Una vez que entiendes que es tu proceso y que te amas en todas tus facetas, eres dueño de tu vida.
Gracias por leerme, gracias a Dios y al universo por darme a mis seres queridos que me han apoyado cuando finalmente decidí comunicar mis emociones, gracias a la vida por abrirme los ojos así no entendiera en el momento el porqué pasaban las cosas y gracias al sentimiento más poderoso que tenemos el amor. Cierro muy muy hippie y viene con un aprendizaje en la escuela de Finanzas de Platzi: "sé un optimista estratégico", asume las dificultades y los retos con la mejor actitud, aprende y obtén pequeñas victorias.
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