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Cuento: Origen del círculo de protección

 Fil, un viajero gris, que la vida hizo dorado, buscaba incesantemente la sabiduría pero, ¿qué era realmente?, ¿cómo alcanzarla? El camino no tenía final porque era un gran círculo, pero de seguro "el lugar" al que pertenecía estaba en alguno de sus pasos.


Años, siglos, vidas; dos patas, sin ellas y ahora con cuatro; tierra suave y fértil, tierra árida e inhóspita; ¿de verdad era un círculo? Otro ser apareció, sin saludo, esa fue la pregunta del caminante: ¿DE VERDAD ESTO ES UN CÍRCULO? Con una mirada profunda e imperiosa el recién llegado guardó silencio  y continuaron el recorrido juntos.

    Pasó mucho tiempo antes de que hablaran y el aventurero de oro se disculpó y seguidamente su compañero se presentó: "Soy Ónix" y luego, dijo sin preámbulos: "Has aprendido a vivir consciente y yo a controlar mis impulsos". Aquel ente contenía la esencia de Plutón, su oscuro y brillante cuerpo así lo evidenciaba. Casi enseguida fueron interrumpidos por otro ser con un aura mágica y poderosa, solo pudieron ver un destello y tuvieron calidez dentro de sus formas físicas.

    "Ahora parte de nuestras almas están unidas para siempre, mientras estemos juntos, tenemos protección contra todo mal. Yo Succinum, lo prometo". Al nacer una nueva alianza, emergió Huayruro en sus formas femenina y masculina y en silencio los acompañaron. Todos sabían ahora que eran mortales, pero también que conocerían el amor y la dicha ¿Era ese un secreto a voces que solo un sabio podía asimilar?

A veces parecía que el camino los separaba o que la unión estaba rota, pero volvían a encontrarse, después de todo su recorrido era circunferencial. Lo que no llegarían a saber era que desde el principio alguien los observaba, no porque quisiera, sino por una terrible maldición que lo condenaba a ser inmortal y absorber sabiduría pero en su concepción más vil. Su nombre, ya olvidado fue Nazar Boncuğu.
La respuesta al todo y la nada seguiría latente por el resto de sus días y ellos tal vez no llegarían a entenderlo, pero al tenerse los unos a los otros, la perennidad era parte de "su lugar".

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