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Virginia: un personaje que nació para tener historia

Voy a compartir el fragmento de un personaje que me ha dado vueltas en la cabeza desde que terminé mi taller de escritura creativa. Espero poder terminarla.


La oscuridad, ese lugar en donde pueden cohabitar el todo y la nada, no le daría refugio esta vez. Hasta la luna de hoy, ella no comprendía la necesidad humana de hacer justicia, de hacer triunfar la bondad, porque, a su vez, existía la maldad y la sed venganza ¿Quiénes eran ellos para juzgarla? Un día desistió de buscar respuestas y su odio se asentó aún más.


Virginia estaba allí, una vez más, expuesta y sin escape, en el fondo era lo que más anhelaba pero él no lo sabía, ni ella lo recordaba. Sus entrañas estaban llenas de desprecio por la vida de todo mortal, de todo aquel ser que corría con la ignorada suerte de respirar, comer, oler y sentir el calor del sol; todo su ser quería acabar con cada signo de su humanidad, engullir toda esa falsa alegría producto de la ignorancia; ver la luz de una mirada consumirse a su voluntad y sobretodo recibir alguna sensación de la intensidad que emite el dolor.


¿Sabes lo tonto que eres? Sí, puede que hayas ganado que te diga algo más, pero solo por el gusto que me da prolongar tu agonía ¿Cómo es la sensación de triunfo? ¿Es más fuerte que la que el dolor que ahora te hago sentir?


    Una pequeña y pálida mujer de cabellos largos y castaños, suave piel y carnosos labios limpiaba con un pañuelo su boca, éste tenía hilos de manchas rojas y hablaba con un hombre que parecía algo decaído en medio de una noche sin luna pero invadida por estrellas, aunque ya en esos tiempos a nadie le interesaba perder la mirada en el firmamento para soñar.


    Su voz apenas era un susurro que se perdía entre el rechinar de los oxidados columpios que curiosamente, los niños peleaban por usar en pleno mediodía en la salida de la escuela a pesar de los desgastados, feos y peligrosos que podían llegar a ser. El hombre reía y le replicó: Es parecido al temblor de tu cuerpo cuando percibes mi cercanía. Pero tengo que admitirlo, soy avaro y si esto significa que saber más sobre tí me hace resistir y tolerar cualquier dolor; por supuesto que es más fuerte.


La mirada de aquella joven mujer se iluminó como una hoguera ardiendo en plena noche de San Juan. No tienes idea..., le dijo, no tienes idea del castigo del avaro, que por cierto, es una “cualidad” muy querida en estos tiempos; vaya que un citadino puede demostrártelo, solo conociendo cuánta cuota de poder ha podido “ganarse” y cuantos tiene a su merced.


Una vez me topé con uno (de tantos) que desconoció hasta las creencias que le había inculcado a su propio hijo y cuando éste le reclamó, decidió hacerse el sordo. Solo bastó mas poemas, riquezas, comidas, vinos, mujeres, hombres. Lo bueno es que cuando te das cuenta que debes parar, te alcanza alguien más avaro que tú...


Pero no nos desviemos del tema de este 一podría decirse一encuentro final. Yo también fui muy curiosa, de hecho, admito que aún lo soy. Pero esas ganas por saberlo todo se pierden con decepciones. Vamos a hacer el ejercicio tú y yo: ¿Recuerdas a Tebe? Claro, ¡como no!, si se conocían a “profundidad” ¿Crees que su desaparición fue casualidad? No necesitan ser doncellas, inocentes 一estamos de acuerdo que ella no lo era para nada一para fortalecerme. Con los años he creado una especie de mantra, mientras más los desprecio, mayor es la energía que pueden darme…

¿Crees que no lo sabía?, replicó el joven en la penumbra. Eres impulsiva y obvia; cuando lo supe sentí un gran dolor, pero heme aquí escuchando todo lo que tengas que decirme. Lo peor es que después de tanto tiempo ni tu misma crees lo que eres y por eso vives en la sombra, porque te desprecias.


Él creía que la conocía, pero no sabía que su mejor venganza era el silencio, de ese que consume poco a poco, a veces cuando ya hasta la última gota de sangre ha sido consumida junto con la esperanza de encontrar bondad en esa atractiva mujer.

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